En Internet todo aparentemente parece gratuito pero esa no es la realidad dado que el pago del servicio por parte del ciudadano-usuario lo constituye la cesión de los datos personales del usuario del mismo. Esto significa que para las empresas que ofrecen servicios gratuitos, como plataformas de redes sociales o las que ofrecen app gratuitas, la información personal es de sumo valor. Pero, ¿tiene precio nuestra privacidad en Internet?

Los datos son el nuevo petróleo —»data is the new oil»—. Los datos  —pero sobre todo su registro y tratamiento—  son, efectivamente, la nueva gasolina de éste gran motor del desarrollo que es la digitalización.

La ingente cantidad de datos que ahora manejamos ha conducido a la explosión de éste fenómeno de la digitalización cuyo primer exponente, o al menos el de mayor relevancia en lo que a privacidad concierne, es el Big Data.

Los beneficiarios del Big Data son, como hemos visto, empresas que optimizan su estudio de la demanda, gobiernos que pueden predecir huracanes u optimizar el tráfico y la gestión de las propias ciudades  (smart cities), pero también los ciudadanos que obtenemos mejores diagnósticos médicos, ahorros de tiempo y costes en toda clase de bienes y servicios o, por último, desde un punto de vista más social, la posibilidad de relacionarse con otras personas en un mundo cada vez más interconectado pero al mismo tiempo nunca tan carente de comunicación verdadera a través de las propias redes sociales o matching social.

Con las redes sociales, miles de aparatos interconectados y máquinas que aprenden por sí solas, la privacidad en Internet se pone en claro entredicho tanto a la hora del tratamiento masivo de los datos que se ceden voluntariamente, cuanto con la insuficiencia de las propias técnicas de anonimización para preservar la posible re identificación de los titulares de los mismos por un tercero.

Por lo tanto cada vez más el valor de lo datos dado su valor exponencial de cara a la compraventa de servicios y bienes es un factor determinante en el tratamiento de los mismos. El monstruo crece cada vez más sin saber si algún día realmente nos dominará a nosotros.